
Las casualidades no existen.
Cuando ves o encontrás o descubrís algo, no es casualidad.
Eso que, para tu asombro y sorpresa, viste, encontrás o descubris, pasaba todos los días, hasta que al fin, vos, pasaste por ahí y, viste y encontraste…
Como dice el refrán «Tanto va el cántaro a la fuente, que al final se rompe».
Lo que para algunos es casualidad, coincidencia o hasta mala suerte, para otros no lo es porque «No era casual, eso sucedía, y si no me lo mostraban ¡yo no lo veía!»
Algunas personas no saben lo que cuesta ganarse la confianza ajena o no les importa, por eso no la valoran lo suficiente. Creen que son inmunes, sienten seguridad en que lo que hagan no afecta a nadie ni a si mismos y se exponen a perder lo que tanto les costo tener, junto con la confianza.
Mayormente somos confiados hasta dejar de serlo.
La confianza es algo de mucho valor y a la vez endeble. Cuando se pierde no se recupera jamas.
Y a la vez, sufren las dos partes: El que confió en quien no debía y el que perdió para siempre una de las mayores cualidades de las que puede jactarse un ser humano.
Un ejemplo de como funciona la LEY DE CAUSA Y EFECTO.
(La imagen elegida: Muestra el asombro en los ojos de alguien que descubre lo que no sabia. Las rosas perdiendo sus pétalos, metafóricamente, es como se va cayendo a pedazos los valores que creímos ver en otra persona)