A veces he escuchado esto, y muy dentro mío pensaba “¡Vaya a saber qué es eso para esta persona!”.
Espiritual somos todos.
Todos somos seres espirituales porque somos eso: ¡Espíritu!
Quizás lo digan para querer demostrar que son menos materialistas, o porque estén confundidos con la descripción o con lo que significa…
Somos energía, somos alma, somos espíritu, somos inmortales.
En este planeta estamos todos juntos y todos somos uno porque en si estamos hechos iguales: todos tenemos alma, espíritu, somos energía… Nos distinguimos por el cuerpo físico en este hermoso planeta, ese cuerpo que nos sirve para andar por acá y “encontrarnos”.
Cuando despertamos la conciencia, entendemos.
Ser espiritual es algo que está muy dentro nuestro y que no es mental sino más bien una conexión directa a nuestro corazón expandido en amor.
El amor que rebalsa en nuestro corazón nos hace más compasivos y más entregados al amor incondicional, mas altruistas, más generosos, más sensibles al dolor ajeno, de cualquier ser vivo…
Es una actitud, no una forma de manifestarse.
¡Ser espiritual no es despojarnos de todas las cosas que nos hagan felices!
Comprarte una casa, un auto, un pantalón, salir a cenar, viajar y conocer otros lugares de esta divina tierra, festejar cumpleaños, mostrar una foto disfrutando de la vida no te hace materialista. No. Eso lo dice quien no logra disfrutar de la vida, porque los que la disfrutan saben, que si son felices serán buenas personas y ayudaran a ser felices a otros. Los que tildan de materialistas son los que no conectan la felicidad de sus corazones.
Vestir ropas blancas, no hace más espiritual a una persona. Alguien que se vista de colores y cuide su aspecto personal puede ser mucho más “espiritual” que quien pretende presumir con atuendo inmaculado, por ejemplo. En la India, lugar espiritual por excelencia, la gente se viste como un arcoíris.
También hay personas que quieren mostrar una imagen de serenidad, complacencia, con una sutil sonrisa, casi diría, fingir la mismísima actitud del rostro de la Virgen María, para que los demás la consideren “buena”… He visto algunas personas con esas actitudes y todas tenían un denominador común: la máscara.
Sí. En su vida real no son así, muestran lo que quisieran ser pero no como son en realidad. Atrás de esa postura de cara angelada, hay seres que están muy lejos del despertar de la conciencia. Cuando debieran demostrarlo actúan al revés: son desagradecidos, discriminadores, criticadores, manipuladores de la opinión de los demás y también, en este grupo encontramos a los típicos que para brillar ensucian al otro que lo encandila.
Quien despierta a la conciencia no hace estas cosas, no divide, une. No resta, suma. Cuando encuentran seres haciendo su camino, conectan y vibran y lo sienten placentero. Y sienten la unidad con el todo.
Un ser que se considera espiritual, primero agradece por los gestos, y actitudes recibidas en vez de hablar, difamar y ponerle etiquetas a gente que le demostró lo que es dar sin esperar nada y de quien recibieron mucho pero nunca tuvieron tiempo de siquiera expresar gratitud.
Las personas que no están acostumbradas a ser mimadas, a recibir afecto, a ser atendidos con esmero y dedicación, son las que no saben devolver esos gestos, no les sale, porque no lo sienten… y los consideran presunción.
Entonces… priorizar el despertar a la conciencia que es un trabajo personal para el propio bien, y después, cuando hayan logrado esto, se darán cuenta que no es necesario convencer a los demás de lo que NO somos.
Tarde o temprano las actitudes se evalúan y todo cae por su propio peso.
Fingir menos, y pulirse más. Más introspección y menos critica.
Lo que vale es la actitud, pero la real, lo demás es simulacro.